Nuestro trabajo

América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo. Aquí una pequeña élite concentra la mayor porción de ingresos y una gran cantidad de personas pobres reciben la menor parte. En la región aún permanecen retos importantes que se deben afrontar poniendo en el centro la desigualdad, que representa un obstáculo crucial para lograr un cambio estructural, el desarrollo sostenible y la garantía de derechos.
Enfrentar la desigualdad significa garantizar los derechos de muchos reduciendo los privilegios de unos pocos.
En Oxfam, creemos que la extrema desigualdad y los privilegios de las élites, amparados en los altos niveles de impunidad con que operan las instituciones estatales, pero también la impunidad social que fomenta la indiferencia y la normalización de la violencia, son las principales limitaciones a las posibilidades de seguir luchando contra la pobreza y desigualdad. Pensamos que las élites capturan los medios políticos y económicos, así como las creencias y comportamientos de la ciudadanía con que se podrían lograr cambios más positivos.
Creemos que el espacio de la sociedad civil es clave para enfrentar esta disyuntiva en la región. Por eso hablamos de ciudadanía activa como el medio para enfrentar la desigualdad. Queremos contribuir a que esa sociedad civil sea más influyente en la lucha contra la corrupción e impunidad, en la definición de políticas y programas —que sabemos que pueden reducir la desigualdad— y en frenar los abusos de poder.
Queremos que las personas que viven en poblaciones marginadas puedan apropiarse de su propio desarrollo y exijan a las autoridades que hagan su trabajo. También queremos que la enorme vitalidad que hay en los países de la región se conecte para lograr erradicar la injusticia con mayor rapidez. Y queremos que la discusión sobre esta lucha contra la desigualdad esté en la mente de quienes toman decisiones y quienes aportan ideas al cambio.
Apostamos por las nuevas generaciones de jóvenes, que se indignan y movilizan en toda la región, ante la corrupción e impunidad que roba su futuro y ante la expansión de un extractivismo económico -de la naturaleza y fuerza laboral-, que concentra la riqueza y afecta los derechos humanos y los bienes comunes. Mejor comunicados e interconectados, su fuerza política ofrece el potencial de un cambio más positivo.
Nuestro compromiso es asegurar que las personas tengan acceso a sus derechos ¡no nos detendremos hasta que cada persona en el planeta disfrute de una vida sin pobreza!
Prioridades para la acción
Priorizamos en nuestra acción para América Latina y El Caribe la lucha por la justicia económica, la justicia de género y la justicia climática, realidades inseparables que solo pueden ser abordadas de forma articulada, poniendo como centro la protección de las personas, la vida libre de violencias y discriminación, y el desarrollo en el marco de los limites planetarios.
Sabemos que estos cambios no son posibles, en un contexto de degradación de la democracia y las libertades civiles, por lo que, en coherencia con nuestras limitaciones y las exigencias de cada contexto, mantenemos nuestro apoyo a los movimientos ciudadanos y aliadas en la preservación de la democracia en la lucha por sus derechos.
Buscamos combatir las causas estructurales que generan la pobreza, la exclusión y la violencia, sin dejar de responder a las necesidades inmediatas de las poblaciones más afectadas. Por esto, cada una de nuestras prioridades se orienta a influir y apoyar los procesos de cambio sistémico y a su vez, tienen un componente de acción humanitaria dirigido a proteger a las personas más vulnerables de los efectos de las crisis.
Partimos de la convicción de que son las personas quienes pueden lograr estos cambios, por lo que nuestro trabajo se concentra en apoyar los esfuerzos de las y los actores sociales, amplificando sus voces, reforzando sus redes, fortaleciendo sus capacidades de influencia. Las condiciones de desigualdad que se concentran con mayor intensidad en determinados colectivos sociales y su rol como central como actoras/es de cambio, hacen que orientemos nuestro trabajo y alianzas prioritariamente hacia las mujeres y niñas, los pueblos indígenas, las comunidades campesinas, afrodescendientes y la población migrante o en situación de movilidad. Todas las prioridades de acción se orientarán a estas/estos actores.